¿Por qué el ateo Lenin permitió que su policía secreta incursionara en el ocultismo?

Gleb Bokii. Fuente: Foto del archivoGleb Bokii. Fuente: Foto del archivo

Mark Hackard

En su análisis del mundo moderno, el pensador tradicionalista francés René Guénon observó que los verdaderos maestros de las revoluciones, el materialismo y el secularismo no eran realmente fines en sí mismos, sino solo las fases iniciales en el procesamiento oculto de la sociedad. El fin último de las elites criptocráticas, según Guénon, era la destrucción de la tradición sagrada y la entronización de las fuerzas infernales en una nueva contra-religión. Con la experiencia de la Revolución bolchevique y las incursiones de la inteligencia soviética en los reinos de lo esotérico, tenemos un poderoso ejemplo de la tesis de Guénon en acción, según cuenta el periodista ruso contemporáneo Georgy Filin. Sigue leyendo

¿Cuánta conciencia nacional les queda a las FF.AA ecuatorianas?

Este 16 de mayo de 2019, el Gobierno de Moreno emitió el Decreto Nº 740 con el que forma un Comité Coordinador de Gestión Delegada al cual le da la tarea de ubicar ‘proyectos’ del sector público que se puedan “delegar al sector privado”, y sean susceptibles, en el lenguaje ‘cuántico morenista’, de ser monetizados, es decir, privatizados. Con las cándidas palabras delegación y monetización se pretende ocultar un nuevo intento de privatizar y entregar a manos extranjeras y a sus comisionistas locales, el patrimonio nacional más rentable y que da viabilidad al Estado Nacional.

De nuevo en América Latina, y ahora especialmente en Ecuador, se hace presente la contradicción y persistente lucha entre el nacionalismo latinoamericano presente con relativa efectividad política desde 1930, un nacionalismo que se caracterizó por ser desarrollista, antiimperialista –es decir, antiestadounidense-, popular –es decir, comprometido con la situación de las masas, y por ello, con una tendencia políticamente inclinada a la izquierda. Y del otro lado, el liberalismo o neoliberalismo en sus diferentes versiones, modernas o posmodernas.

Haciendo una observación histórica general, en esencia los únicos organismos estatales con un genuino interés en lo nacional fueron los ejércitos, los mismos que tuvieron un rol protagónico en la creación de los Estados-nación luego de derrotar al imperio español.

Sin embargo, lo anteriormente señalado es un examen general, ya que en Nuestra América, cada ejército fue desplegando su propia historia, y en algunos de nuestros países se lograron establecer destacados movimientos nacionalistas que colocaron al pueblo como objetivo fundamental de su acción política.

Un ejemplo de aquello fue el gobierno del general peruano Juan Velasco Alvarado que asumió el poder en octubre de 1968, mismo que se definió como antioligárquico y antiimperialista. El gobierno militar de Velasco implementó una Reforma Agraria, a la luz de la historia, radical, que terminó con la situación semi feudal del campo peruano, así por ejemplo, nacionalizó la hacienda Tumán, para que se comprenda la dimensión de este hecho, es como si en EE.UU se hubiese nacionalizado la General Electric. Ni siquiera el gobierno, también militar, del general Juan Domingo Perón se atrevió a llevar a cabo una reforma agraria de ese nivel, finalmente en Perú hacia 1975 se expropió todos los latifundios. Otro hecho destacable del gobierno de Velasco fue entregar la dirección de los periódicos a cooperativas, entre otros aspectos.

A diferencia del golpe de los generales brasileños de 1964, el gobierno militar que se instauró en Perú no fue la respuesta a un peligro revolucionario inmediato, real o imaginario. El Perú de esa época requería cambios urgentes, y dado que no existía otra fuerza con la voluntad o la capacidad de hacerlos, fueron los militares quienes asumieron la tarea.

Pero una revolución permanente, es decir, con capacidad de ser sostenida en el tiempo, debe ser también un movimiento de masas, en este sentido el proceso peruano de esa época careció de aquello, aunque la reforma agraria fue genuina, los militares no provocaron el compromiso popular y campesino, esa reforma agraria se llevó a cabo ‘desde arriba’, y sin la conformación de una plana de cuadros revolucionarios dedicados a fortalecer la organización social. Esta carencia fundamental ha limitado la profundidad de las reformas en varios procesos que se autodefinieron como nacionalistas y revolucionarios. Esto que sucedió con gobiernos militares también aconteció con gobiernos civiles que se definieron de igual manera, así por ejemplo, en el llamado gobierno de la ‘Revolución Ciudadana’, las masas estuvieron simplemente por fuera de la transformación que se intentó dar, de ahí, que el gobierno de Moreno, haya desmantelado con “sorprendente” facilidad avances claves que se lograron en ese período.

Hay que señalar que los procesos políticos que buscaron el desarrollo nacional y que adquirieron la forma de un nacionalismo progresivo y reformista, en muchas ocasiones no fue comprendido por la izquierda dogmática. Entre paréntesis cabe mencionar que Fidel Castro fue el único dirigente que en su momento comprendió el alcance transformador del gobierno de Velasco Alvarado.

Otra limitante que tuvieron los gobiernos militares fue no construir una base ideológica concreta que desarrolle, -sin caer en el purismo sectario que ha caracterizado a mucha izquierda latinoamericana-, el alcance de sus programas reformistas y antiimperialistas; por ejemplo, a Perón le caracterizó aquello, tenía un compromiso pragmático con el desarrollo nacional argentino, alguna vez, incluso se llegó a hablar de socialismo nacional alejado de influencias políticas de potencias como China o la extinta Unión Soviética, pero hubo ausencia de una visión estratégica que contemple la construcción de una ideología que aglutine a la base social y canalice su fuerza con un horizonte claro, el caudillo finalmente impuso su perspectiva particular.

Otro hecho histórico que aconteció con los gobiernos militares nacionalistas y revolucionarios, es que fueron reemplazados, luego de cumplir con reformas claves, por juntas militares más convencionales, eso le aconteció a Velasco en 1975 y algo similar le sucedió al gobierno del general Guillermo Rodríguez Lara en Ecuador, que tuvo como un hecho destacado nacionalizar el negocio petrolero y fundar la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana – CEPE.

El gran mal de América Latina son sus élites que funcionan como agentes sometidos y solícitos colaboradores del imperialismo yanqui y las transnacionales. La subordinación con ninguna independencia de América Latina a la economía mundial, no hace más que fortalecer una posición que le impide su desarrollo regional y nacional, en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados. No existe en América Latina una burguesía nacional, no hay nacionalismo burgués, los únicos sectores con conciencia nacional en Nuestra América son los populares, y de manera institucional e histórica fue una característica de algunos ejércitos latinoamericanos, pero eso se ha ido debilitando.

América Latina puede convertirse en una región muy inestable y explosiva, y la consecuencia será estancamiento y caos perpetuo. Sin independencia política no puede existir desarrollo sistemático y construcción una forma razonable y permanente de organización social, económica y política.

La izquierda del siglo XX, en general entendió mal a América Latina, lo que le llevó a cometer graves errores de estrategia. En el marco del tema que hemos propuesto, Getulio Vargas en Brasil, Juan Domingo Perón en Argentina, o el asesinado general boliviano Juan José Torres, fueron oficiales que se habían dotado de programas deliberadamente populistas, entendiendo el populismo, no como lo entiende la intelectualidad occidental y sus remedos latinoamericanos, pero esto no fue comprendido por la izquierda dogmática latinoamericana, y esto de una u otra forma, contribuyó al fracaso de esos procesos al no hacer un análisis político más sofisticado de las condiciones de lucha.

 

Mario Ramos: Director CENAE

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Reseña de La extraña muerte del marxismo: La izquierda europea en el nuevo milenio, de Paul Gottfried. University of Missouri Press, Columbia y Londres, 2005, 154 p La extraña transformación del marxismo

brusselsjournal.com

Traducción para Rebelión de Carlos X. Blanco

Tengo un problema importante con el último libro de Paul Gottfried, La extraña muerte del marxismo: La izquierda europea en el nuevo milenio, y ese problema es su título, el cual realmente no encaja en el libro. El profesor Gottfried describe cómo el marxismo como teoría económica ha perdido su atractivo, incluso entre la izquierda, desde la Segunda Guerra Mundial. Los izquierdistas de hoy ya no abogan por la nacionalización de la economía y las teorías anticapitalistas. De hecho, a ellos casi no les importa la economía, pero se centran en cambiar los fundamentos morales y culturales de la sociedad occidental. Este cambio, señala Gottfried, se originó en la llamada Escuela de Frankfurt, un grupo de filósofos marxistas de origen alemán, emigrados que se establecieron en los Estados Unidos en la década de 1930, donde llegaron a dominar el pensamiento liberal, no tanto por medio de una defensa de la reforma del poder económico anticapitalista sino más bien propagando la ingeniería social.Sus ideas regresaron a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, junto con la ola de la cultura pop estadounidense que inundaba el Viejo Continente, y esas ideas han destruido a fondo la cultura y la moral tradicional europea. De esta manera, el enamoramiento de Europa con América, propio de de la posguerra, ha sido su perdición. El «incentivo para la ingeniería social», dice Gottfried, «ha pasado del Viejo Mundo al Nuevo Mundo y luego regresó de nuevo y, en el proceso, alteró a Europa incluso más dramáticamente que a nosotros». Ese, para mí, es el mensaje importante de este libro, texto que merece tener un gran eco.

Gottfried tiene razón cuando dice que la orientación multicultural de la izquierda europea contemporánea tiene poco que ver con el marxismo como teoría económico-histórica. De hecho, el electorado tradicional de la vieja izquierda (marxista) de Europa vota hoy de manera abrumadora a favor de los partidos de la llamada «extrema derecha», mientras que la nueva izquierda (post-marxista) atiende a un nuevo electorado que es hostil a la moral tradicional. Valores culturales del antiguo electorado de la vieja izquierda con sus actitudes sociales conservadoras. Este fenómeno, al que Gottfried llama nuestra atención, se ve confirmado por estudios sociológicos del electorado de partidos altamente exitosos que se alzan contra la inmigración en Europa, como el Frente Nacional de Francia, Vlaams Blok de Bélgica, Dansk Folkeparti de Dinamarca, fuerzas cuyo recurso reside en su oposición al multiculturalismo y su defensa de la identidad cultural nacional.

Estos partidos se encuentran entre los más críticos de la cultura pop liberal estadounidense con su orientación hedonista y multicultural. Curiosamente, Alemania carece de un partido similar. Los lectores del libro del profesor Gottfried sabrán por qué. El texto describe en detalle cómo, después de la Segunda Guerra Mundial, los ingenieros sociales estadounidenses en el ejército ocupacional estadounidense en Alemania aplicaron las teorías de la Escuela de Frankfurt para reeducar a los alemanes mediante el desarrollo de programas diseñados para erradicar la identidad cultural del pueblo alemán. Las autoridades en la antigua RDA de Alemania del Este se enorgullecían más de los héroes del pasado de Alemania que de los occidentales, por quienes cualquier orgullo en aspectos de la cultura y la historia de Alemania era considerado como potencialmente peligroso y una autopista que encaminaba rápidamente al nazismo.

Además de una larga introducción y una conclusión, el libro de Gottfried consta de cuatro capítulos, que tratan el comunismo de posguerra, el neomarxismo, la izquierda posmarxista y la izquierda posmarxista como religión política. Este último es probablemente el más interesante para los lectores estadounidenses, como lo fue también para mí, un atípico, por mi condición de ser pro-americano, europeo. Creo que aclara por qué motivos la ingeniería social multicultural y post-marxista ha causado un daño tan devastador en Europa durante las últimas tres décadas, mientras que los Estados Unidos, donde filósofos de la Escuela de Francfort como Herbert Marcuse desarrollaron sus ideas destructivas, no se vieron afectados. En lugar de utilizar el poder del estado para alterar el marco económico de la sociedad o promover la redistribución de los ingresos, la Escuela de Francfort propuso utilizar al estado como una fuerza cultural radicalizadora.

Según el profesor Gottfried, este cambio de la economía a la cultura significa la muerte del marxismo, porque el marxismo es una teoría económica. El autor afirma que las opiniones de los partidos comunistas ya inexistentes sobre la vida de la mujer y la familia se parecen a los de los católicos anteriores al Vaticano II. En este punto no estoy de acuerdo con el profesor Gottfried. Aunque Karl Marx nunca propagó la promiscuidad sexual, la homosexualidad y otros estilos de vida «alternativos», sin embargo, se debe notar que Ludwig von Mises en su libro Socialismo de 1922 señaló, según creo, que el socialismo exige promiscuidad en la vida sexual porque descuida conscientemente la idea contractual:

El amor libre es la solución radical del socialista para los problemas sexuales […] La familia desaparece y la sociedad se enfrenta solo con individuos separados. La elección en el amor se vuelve completamente libre. Los hombres y las mujeres se unen y se separan sólo en la medida en que sus deseos los urgen

El paradigma socialista, que implica el abandono deliberado de cualquier contrato o principio moral que no sirva a los objetivos políticos actuales del Estado, conduce tanto a la expansión de la libertad sexual como en la desaparición de la libertad económica. La libertad económica y la prosperidad no pueden existir a menos que las personas sean fieles a sus promesas y al conjunto de reglas morales asumidas por las cuales los socios están vinculados dentro de cierta cultura. En consecuencia, el socialismo conduce a la desaparición de todas las formas de asociación. No queda nada más que el individuo y el Estado.

Gottfried no se ocupa de esto, pero es interesante leer cómo Richard Posner en su libro Sexo y Razón de 1992 observó que la Corte Suprema de los EE. UU. en la década de 1970 se “alineó con los radicales estudiantiles de la década de 1960 para quienes la libertad sexual y la libertad política eran, como lo habían sido para su gurú, Herbert Marcuse, dos caras de la misma moneda, mientras que la libertad económica era consideraba una máscara para la explotación”. Aunque Posner es un libertario, que está de acuerdo con el resultado de las decisiones de la Corte Suprema sobre cuestiones morales, él no está de acuerdo tampoco con los argumentos marcuseanos de la corte.

Si Marcuse y los otros filósofos de la Escuela de Francfort pueden considerarse marxistas verdaderos (como diría Mises) o no (como Gottfried implica) me parece una cuestión de importancia secundaria. Es cierto que, como escribe el profesor Gottfried, los partidos marxistas europeos tradicionales, cuando obtuvieron la mayoría de los votos de su electorado tradicional, nunca intentaron cambiar el comportamiento social y moral tradicional, casi victoriano, de sus votantes obreros. También es cierto que la izquierda europea adoptó esta agenda cuando sus líderes se convirtieron en intelectuales de cuello blanco enamorados de lo que percibían como cultura estadounidense, pero lo que en esencia es solo la capa de barniz liberal de la cultura estadounidense. Un ícono de este último, por ejemplo, es la revista mensual Playboy, que generalmente se considera tan estadounidense como la tarta de manzana y que nunca se considera un medio socialista, y mucho menos un vehículo de ingeniería social marxista.

Sin embargo, en sus artículos editoriales (que, bien lo sé, no son el objeto para el cual se compra la revista), Playboy siempre declaró claramente que su objetivo principal era cambiar la cultura y la moral tradicionales. «Playboy», dijo su fundador Hugh Hefner en su edición del 30 aniversario en enero de 1974, «es una de las revistas más importantes e influyentes del mundo, en términos del impacto que ha tenido no solo en las costumbres sociales, sino como un campeón de los derechos individuales. Hemos apoyado a innumerables organizaciones de libertades civiles, reforma política, investigación y educación sexual, reforma del aborto antes de que se hiciera popular, reforma de la prisión y la continua campaña para reformar nuestras leyes represivas sobre el sexo y las drogas, así como cualquier número de organizaciones benéficas y de fundaciones comunitarias «. Esta lista se lee como la agenda política típica de la izquierda europea hoy. En otro número de aniversario, en 1979, Playboy describió su propia historia como «Una cronología del activismo social».

En su libro, el profesor Gottfried cita al sociólogo Arnold Gehlen, un autor alemán anticomunista, pasado de moda, quien en 1972 expresó sus inquietudes al observar las debilidades morales y culturales de su pueblo. No fue la Unión Soviética, sino América la que amenazó a Europa occidental, dijo Gehlen:

En Alemania se ve la absorción escrupulosa de los modales estadounidenses, las ilusiones, los mecanismos de defensa, la cultura de Playboy y las drogas, y la matriculación generalizada en la educación superior, en ningún sitio como aquí los intelectuales están dirigiendo los destinos de los países, más que en cualquier otro lugar. Sin embargo, lo que nos falta son las reservas estadounidenses en cuestiones como la energía nacional y confianza en sí mismo, primitivismo y generosidad, riqueza y potencial de todo tipo. Con nuestra historia de derrotados y nuestra juventud seducida por frases volátiles, con una industria pesada, que es de carácter internacional, nada puede evitar que perdamos nuestra identidad nacional«.

Contrariamente a lo que proclama el título del libro de Gottfried, no creo que el marxismo esté muerto en Europa. Sólo ha cambiado su énfasis. Cuando los comunistas llegaron al poder en Rusia en 1917, intentaron imponer su agenda económica y social. Abolieron la propiedad privada y también la familia. En su libro Sexual Politics de 1969, la feminista estadounidense Kate Millett escribió sobre este episodio: «Después de la revolución, todas las leyes posibles se aprobaron para liberar a los individuos de las reclamaciones de la familia», incluida la legalización de «matrimonio y divorcio gratuitos, anticoncepción y aborto bajo demanda ”. Como explicó Millett: «En el sistema colectivo, la familia comenzó, por así decirlo, a desintegrarse en las líneas sobre las cuales se había construido. El patriarcado comenzó, de alguna manera, a revertir sus propios procesos, mientras que la sociedad regresó a la comunidad laboral democrática que las autoridades socialistas describen como matriarcado».

Debido a que estas reformas fueron demasiado radicales y poco realistas, los soviéticos abolieron varias de ellas después de unos pocos meses, restableciendo el matrimonio, por ejemplo. Hoy en día, parece que la agenda económica del comunismo se ha vuelto demasiado radical y poco realista, lo que lleva a la izquierda a aceptar la economía de mercado. Sin embargo, la agenda social radical de los comunistas rusos en el período 1918-1920 que Millett elogió (matrimonio libre y divorcio, anticoncepción, aborto bajo demanda) se ha convertido en realidad. La desintegración de la llamada sociedad patriarcal opresiva se ha convertido en la agenda realista que la Izquierda está persiguiendo hasta sus extremos.

El libro de Gottfried explica cómo surgió esta agenda y cómo quienes le dieron forma trajeron sus ideas de Europa a Estados Unidos en los años 1930 y 40 y luego nuevamente en los años 60 y 70. Por consiguiente, este libro es una lectura obligatoria para cualquier persona interesada en comprender lo que está sucediendo en Europa hoy. En lugar de llamarlo La extraña muerte del marxismo, lo llamaría «la transformación del marxismo», que ha convertido al socialismo en un monstruo aún más peligroso de lo que solía ser. Aunque estas ideas, desarrolladas por intelectuales europeos en América, infectaron Europa a través de América, casi han matado a la cultura tradicional europea. Sólo unas pocos bolsas restantes se han salvado. Estos podemos encontrar, como explica el profesor Gottfried, en las clases sociales que han tenido éxito en preservar las lealtades tradicionales de clase, ya sean estas aristocráticas, burguesas o de clase trabajadora. El último explica el fenómeno paradójico de que el ex electorado comunista de los partidos marxistas tradicionales ahora extintos ha permanecido relativamente inmune a los proyectos de ingeniería social. Como dice Gottfried:

“Tanto los roles sociales heredados como los modelos de comportamiento que los acompañan hacen problemática la inculcación de credos contemporáneos aplicados por el estado. Es difícil recodificar burocráticamente a aquellos que han aprendido a pensar y actuar como miembros de una sociedad estratificada que funciona».

La razón por la que Estados Unidos no estaba infectado en el mismo grado devastador por lo que yo llamaría la filosofía de Playboy y lo que básicamente es la ideología de la Escuela de Frankfurt, también se responde en este libro, aunque de manera menos explícita. Tiene que ver con lo que Arnold Gehlen en la cita anterior llamada «las reservas estadounidenses». Las «reservas conservadoras» de Estados Unidos son mucho más fuertes que las de Europa, porque Estados Unidos, a diferencia de la Europa secular, se ha mantenido en gran medida arraigada en los valores cristianos tradicionales. No dudo que si estos valores continúan disminuyendo, la cultura estadounidense colapsará a medida que la cultura y la civilización europeas se derrumben. La desaparición del cristianismo en Europa ha dejado un vacío religioso, que ha sido llenado por el Islam por un lado y por lo que Gottfried llama «la izquierda post-marxista como una religión política» por otro lado. Lo que veremos en Europa en las próximas décadas es una guerra cultural entre los valores del Islam y los «valores» seculares de la decadente y hedonista izquierda posmarxista.

La revisión se puede encontrar en la edición de abril de 2006 de Chronicles.

Fuente original: https://www.brusselsjournal.com/node/975

 

RUSIA NO ES UN PAÍS…ES UNA CIVILIZACIÓN

 

El pensamiento del filósofo ruso Alexander Duguin

El día 26 de abril de 2019, en una mañana lluviosa, invitados por la Dra Tamara Yevtushenko, coordinadora de la Cátedra de Rusia del Instituto de Relaciones Internacionales, tuvimos el privilegio quien escribe junto al colega Felipe Rodríguez del Equipo Diario El Minuto Argentina, escuchar la genial disertación dada por el pensador ruso Alexander Duguin, académico de renombre y cuyo prestigio se ha extendido fuera de Rusia desde hace largo tiempo. En su disertación nos habló del concepto de Eurasioanismo, del rol de Vladimir Putin en Rusia, de globalización, del valor de la geopolítica, la necesidad de recuperar valores, del multilateralismo como herramienta para enfrentar al neoliberalismo, que considera herramienta de dominación y destrucción de valores tradicionales.

La conferencia – que no tuvo desperdicio alguno – comenzó con la presentación de las actividades de la Cátedra de Rusia, por parte de la académica Dra Tamara Yevtushenko, quien previamente nos había comentado personalmente, de la creación reciente de dicha Cátedra en el marco del prestigioso Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.

as actividades de la Cátedra son diversas, destacándose la enseñanza del idioma ruso, con apoyo oficial de la prestigiosa Universidad Estatal de San Peterburgo, otorgar becas, además de actividades de difusión de la cultura e historia rusa. Próximamente será publicada una entrevista a la Dra Yevtushenko, quien nos ilustrará con más detalle la intensa actividad de la Cátedra de Rusia en Argentina, que por cierto, ya tiene impacto regional.

El Dr Alexander Duguin, es un autor prolífico, académico de prestigio en Rusia, desarrollando su actividad académica en la Universidad Estatal de Moscú. En Argentina ha disertado en conferencias dadas en la Universidad Nacional de Buenos Aires, la central sindical Confederación General del Trabajo y la Escuela Superior de Guerra del Ejército. Es un reconocido experto en geopolítico, y ha sido reconocido como uno de los grandes defensores de esta rama de las ciencias sociales, al sostener con sólidos argumentos su vigencia en el actual contexto.

El disertante señaló que para comprender la Rusia de hoy, había que indagar en la historia del país, dejando en claro que Rusia no era un país occidental, sino oriental, con una estructura de valores que surge de la propia religión cristiana ortodoxa. Una de las principales diferencias, es que el caso de Occidente, la religión, es algo alejado. Hizo especial hincapié en una Europa distanciada del cristianismo, secularizada y dominada por elites neoliberales, considerándolo un factor de decadencia, como también una situación que facilita el dominio anglosajón.

En Rusia esto ha cambiado desde la caída del régimen soviético en 1991. El fin del comunismo, que Duguin definió como una versión secularizada de la ortodoxia rusa, una verdadera creación original, que tomando del marxismo, lo convirtió a la peculiar realidad rusa, claramente diferenciado de occidente.  El Dr Duguin  sostuvo que estas diferencias provienen de la concepción rusa de la idea de hombre y su rechazo al individualismo tan difundido en Occidente.

Dado la influencia de la fe ortodoxa, la ide ad e sujeto u hombre es un concepto colectivo, que surge de la aldea, familia, mientras que el pensamiento cristiano protestante, es netamente individualista, lo que de alguna manera contribuyó al desarrollo del capitalismo y el liberalismo. Duguin señaló que la fe católica romana, tiene  puntos de conexión con esta visión de la fe ortodoxa, que rechaza el individualismo. Esto servirá de argumento más adelante, para señalar al neoliberalismo y la “globalización” como enemigos del catolicismo, como también por supuesto de la fe ortodoxa rusa.

El choque del liberalismo en Rusia llegará en una primera instancia con Pedro El Grande, célebre zar que en los libros de historia que hemos leído es mostrado como un “modernizador”, pero que Duguin, le da otra visión de la historia.

Para el la modernización de Pedro El Grande, fue un retroceso en los valores rusos tradicionales. La nobleza, se alejó de la cultura rusa, al adoptar en la educación de sus integrantes idiomas francés o alemán (el francés era algo usual en la educación en la aristocracia, era símbolo de cultura, generaba estatus), generó una brecha con la base social de Rusia, el campesinado. A partir de este momento, Duguin, dice que los nobles actuaron de la misma manera que los “colonizadores” europeos en América, Asia o África, y los campesinos fueron tratados de la misma manera, sumergidos en un régimen de esclavitud, institución propia del capitalismo en sus inicios.

Incluso considera que la idea de totalitarismo, surge en Occidente. La Rusia posterior a Pedro El Grande estaba compuesta por una elite, estrechamente ligada a intereses foráneos y una masa de población sometida.

Esta situación intentó revertirse en el siglo XIX. El comunismo, fue un intento de restablecer esa idea de “colectividad” que existió en algún momento de la historia rusa, pero modificada e incluso desnaturalizada, por las características ateas del comunismo.

La caída de la Unión Soviética, abrió paso al ingreso del “liberalismo” y “modernización”, ideas que considera abiertamente negativas, que por su origen, chocan con las bases culturales e históricas de Rusia. El régimen de Boris Yeltsin,  llevó al país a vivir una profunda crisis, casi caótica.

Relata no solo el drama de la guerra de Chechenia, sino las tendencias separatistas de las repúblicas federadas de Komi, Tatarstán, que abiertamente hablaban en sus constituciones de potestades soberanas.  Rusia iba ser engullida por la globalización, y por ende las posibilidades de su continuidad como estado nación unificada, corría peligro. El neoliberalismo no reconoce fronteras, ni identidades, dado que se sustenta en el individualismo, propio de la ética protestante, ajeno al ser nacional y cultura rusas.

En el medio de esta crítica situación, irrumpe en la escena Vladimir Putin, gobernante enérgico, quien comprende no solo la realidad geopolítica, sino que los valores liberales occidentales eran incompatibles con Rusia. Su política de “regeneración” nacional, donde Rusia volvería a sus valores, destacándose el auge de la iglesia ortodoxa, que luego de décadas de persecución bajo el comunismo, ante el vacío ideológico dejado, la iglesia ocupó el rol histórico que ha tenido en la sociedad rusa.

A nuestro juicio, la Iglesia ortodoxa, sin ninguna duda, ha sido un factor de cohesión nacional, de transmisión de valores, adquiriendo un rol político cada vez más creciente, que trasciende las fronteras nacionales. La reivindicación de una idea de una “Rusia ortodoxa” tiene que ver para reafirmar una identidad claramente diferenciada de Occidente y de la avalancha de la globalización.

Esa regeneración nacional y reafirmación de la identidad, permitió terminar con las fuerzas secesionistas dentro de la Federación, como el caso de Chechenia, donde el Dr Duguin, reconoció la energía con que fue suprimido el separatismo (que aunque no lo mencionó estaba siendo cooptado por el integrismo islámico). El ejemplo chechenio y la respuesta dada desde Moscú fue un mensaje claro a otras entidades federales que aspiraban a separarse.

Duguin nos habló de un retorno a valores que tienen que ver con tiempos que son anteriores a Pedro El Grande, a quién considera el responsable de una suerte de ruptura en la historia del país, que provocaría una fractura en la sociedad e introducir valores totalmente ajenos, además de arrastrar a las elites gobernantes a influencias ajenas, especialmente occidentales. Ese reencuentro de los rusos con sus raíces más profundas, encarnadas muchas veces en el discurso político del presidente Putin, ha sido garantía de estabilidad y unidad nacional. Este retorno, no solo se traduce en lo cultural, sino que tiene impacto en lo político, como veremos en el caso de la anexión de Crimea y el conflicto con Ucrania.

Es por ello que Rusia rechaza la globalización propugnada por diversos pensadores occidentales, donde Duguin critica abiertamente a Francis Fukuyama, con el llamado “fin de la historia”, dado que Rusia es un ejemplo de reafirmación de su identidad nacional, que para Duguin, por sus características, trayectoria histórica, la religión, Rusia no es un país, sino una civilización. El avance de la globalización es entendido como herramienta de dominación, por ello citó ejemplos históricos como el caso del colonialismo europeo. La globalización podría entenderse, siguiendo el pensamiento de Duguin, como un enfrentamiento entre las potencias marítimas anglosajonas y las naciones continentales. El pensador ruso, señala que el renacer de Rusia como potencia global, pone de relieve el valor de lo que el llama “eurasianismo”. Una corriente que rechaza la globalización neoliberal, reafirma identidades nacionales en el marco del llamado multilateralismo.

Duguin reconoció que uno de los factores que ha permitido a Rusia tener voz en el concierto de las Naciones, ha sido contar con poder nuclear y el mantenimiento de una disuasión creíble, acompañado de una hábil política exterior, donde Moscú sostiene la idea de multilateralismo. Según el conferenciante, este concepto, donde no existe un poder hegemónico y se respeta las individualidades, ha sido tomado de manera positiva por países del Medio Oriente, destacándose Irán y China.  Duguin explica el auge del extremismo islámico como una respuesta radicalizada a la expansión neoliberal y la globalización que pone en riesgo la existencia de valores de la fe musulmana y la cultura también de países islámicos.

Vladimir Putin es mostrado como una suerte de “fuente de inspiración” por su política exterior y la defensa de la idea del multilateralismo. China siguió los pasos de Rusia, bajo su peculiar modelo liderado por el partido Comunista chino, al que define no como marxista, sino como maoísta confucianismo. India es mostrada como ejemplo en el marco de la adhesión al multilateralismo, dado su cultura e historia, que la lleva a rechazar la globalización planteada desde determinados centros hegemónicos de poder, en manos de las potencias anglosajonas, especialmente Estados Unidos. En Europa Occidental, Duguin ve como algo positivo el avance de los llamados populismos tanto de izquierda como de derecha, que rechazan la globalización, cita el ejemplo de Italia y Alemania. En el segundo caso, resaltó el avance de la Alternativa por Alemania o AfD – considerado por muchos como de extrema derecha y xenófobo – como respuesta a ese avance globalizador, que no es más que herramienta de control del mundo anglosajón. Considera Alemania como un país “ocupado” y que no es realmente independiente, mientras el neoliberalismo siga presente y controle los resortes de poder.

Hizo una defensa de una acercamiento entre Alemania y Rusia, en el marco del concepto geopolítico que conocemos como “Isla del Mundo” continentalista, en contraposición de las “talasocracias” sajonas. Es verdad que muchos políticos europeos se plantean la necesidad de acercarse a Rusia, como ejemplo de puesta en valor de su identidad nacional y de rechazo al “cosmopolitismo” del mundo neoliberal. También, aunque no se diga abiertamente, la nueva Rusia que reivindica sus raíces cristianas, ha sido una suerte de freno y sustento ideológico contra nuevas corrientes de pensamiento que van desde la cuestión de género, visiones críticas sobre la familia tradicional, pasando por el islamismo radical, con un discurso muy agresivo hacia lo cristiano (recordemos las matanzas de cristianos en atentados terroristas y por parte de las huestes del ISIS en Siria e Irak).

En lo referente a Trump, envuelto en una tormenta política por el presunto apoyo de Putin a su candidatura, Duguin, sostiene que la imagen de líder fuerte y defensa de determinados valores, especialmente de afirmación de la identidad nacional, influyó en el votante conservador de Estados Unidos, para elegir a Trump, que salvando las distancias, defiende ideas parecidas en algunos aspectos, especialmente en materia de identidad nacional y reivindicación de las raíces cristianas del país, mostrando a la candidata Hillary Clinton como una herramienta de los neoliberales.

El neoliberalismo fue mostrado, no solo como arma de dominación, sino también de promoción del caos, sobre el cual se benefician las potencias anglosajonas. Este caos es promovido a través del tráfico de drogas, la ideología de género, el ataque  a la iglesia – considera que la Iglesia Católica es un objetivo a destruir por el neoliberalismo – las identidades y culturas nacionales.

Volviendo al ataque a las iglesias tanto ortodoxa como católica romana, Duguin, nos habla que este movimiento globalizador, que promueve el individualismo, la destrucción de identidades nacionales y su reemplazo por un capitalismo salvaje, es comparable al Anticristo. Palabras elocuentes que ponen de manifiesto el convencimiento que tiene el Dr Duguin, sobre una verdadera guerra que va mas allá de lo político o económico, sino que es algo más profundo, tiene que ver con el plano cultural y religioso.

En el auditorio preguntan sobre América latina y este conflicto contra el avance globalizador. No duda que colocar a Mauricio Macri y Jair Bolsonaro como representantes del neoliberalismo. Sostiene que la Iglesia Católica y especialmente el Papa Francisco tienen un rol importante de denunciar el avance de esta corriente. Resaltó el rol que tuvo en su momento la teología de la liberación.  Defendió la figura del general Juan D. Perón, especialmente por la defensa de la Tercera posición y vió como algo positivo, al peronismo como herramienta antiglobalización.

Una visión que seguramente tiene que ver con esa idealización que existe del movimiento creado por Perón a fines de los 40. El peronismo se alejó de su fundador – líder autoritario y populista – para terminar aplaudiendo y abrazando el neoliberalismo que endeudó y empobreció al país en los 90, asimismo resaltó el rol de la izquierda nacional en América Latina.

Defendió la necesidad de la unidad regional, sobre la base de una reivindicación del rol del catolicismo, no solo en lo religioso, sino cultural y de la hispanidad de nuestra América de común origen. Especial valor le da a la religión, la cultura y la defensa de valores tradicionales, como la familia.  Ve a la Argentina como actor clave en un proceso de cambio de América Latina en su lucha contra la globalización neoliberal.

Indicó que es preciso educar clases dirigentes, que deberán hacer frente al caos que exporten los poderes hegemónicos globales, para la reconstrucción de la identidad hoy tan degradada.  Esto nos llamó la atención de manera positiva, Duguin considera que la Argentina podría tener un rol importante en la región, dado que por ser una sociedad al estilo europeo, su nivel cultural e intelectual alcanzado, está llamada a tener una posición de liderazgo. Interesante debate para quienes sueñan con la Argentina del futuro.

Compartimos la idea de Argentina como referente regional por varios motivos, puede tener un rol de liderazgo positivo, siendo un actor de cambio y ejemplo para superar los males que postran a nuestra América latina. Cabe destacar que alguna vez la Argentina fue la primera potencia de América Latina, lugar que fue perdiendo paulatinamente a partir de los años 50/60.

Muy interesante la explicación dada sobre la cuestión de Crimea y el conflicto de Ucrania, donde el Dr Duguin se remontó a los tiempos del principado de Rus de Kiev, del proceso de reconquista de las tierras ancestrales eslavas a los turcos otomanos, polacos y austríacos. Explicó de manera brillante las razones porque Ucrania es una creación “artificial” herencia de movimientos nacionalistas de fines del siglo XIX y la Unión Soviética.

Los argumentos de Duguin sobre Crimea, pone de relieve lo que muchos pensamos hace tiempo, que la anexión, era consecuencia de una historia. Asimismo, vemos que la actitud de Ucrania es un verdadero suicidio geopolítico. La paz en ambos países, está estrechamente ligado a convertirlo en un verdadero puente entre Rusia y la Unión Europea, convirtiéndose en una suerte de territorio neutral. El conferenciante no dudó en criticar al presidente Putin por una postura poco clara en el conflicto del este de Ucrania, que considera parte histórica de Rusia.

No cabe duda que el futuro de Ucrania, tanto su desarrollo como seguridad está estrechamente ligado a Rusia. ¿Eurosianismo no será una visión adaptada de Rusia como protectora de los pueblos eslavos? Pregunta que nos quedo en nuestra mente cuando salimos de escuchar la magistral conferencia dada por Duguin.

El auditorio estaba lleno, la conferencia ha sido sumamente interesante, que ha permitido conocer de primera mano una visión de Rusia, lejos de los tradicionales prejuicios y con sólidos argumentos históricos. No cabe duda, que el presidente Putin es un antes y un después en Rusia, dándole a este país un rol de carácter global. El presidente Putin tiene desde hace tiempo un lugar en la historia. La experiencia de Rusia, como mostró el Dr Alexander Duguin, plantea ideas muy importantes para promover un debate constructivo, para la regeneración nacional de nuestros países de América Latina, que desde hace mucho están atrapados en el subdesarrollo y postergación.

También queda abierto el debate sobre el rol que puede tener Rusia en la región, en el marco del multilateralismo, pudiendo ser una herramienta para romper con décadas de hegemonía estadounidense en la región.

El minuto

 

PERÓN ES EL PROFETA ONTOLÓGICO, EL EJEMPLO A SEGUIR POR TODOS LOS JEFES DE ESTADO. LA COMUNIDAD ORGANIZADA ES LA RESPUESTA

 

En un encuentro en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lomas de Zamora, este lunes 22 de abril, el filósofo ruso, Alexander Dugin, cercano al presidente Vladimir Putin, se refirió a la figura del general Juan Domingo Perón y elogió la importancia filosófica y política de su pensamiento.

«Perón es genial. Es el profeta ontológico. Sólo Perón ha visto profundamente en su visión el problema más importante de la humanidad: el del ser. Y la humanidad sólo puede ser comunidad», sostuvo Dugin en el encuentro organizado por el CEES (Centro de Estudios Estratégicos Suramericano) y la secretaría de DDHH de la CGT, en el marco del aniversario número 70 del Congreso de Filosofía de Mendoza, que fuera clausurado con el histórico discurso de Perón sobre la Comunidad Organizada.

«Las ideas de Perón son tan universales, tan geniales, son tan parecidas a los sueños de los patriotas rusos, que puedo ver mi identidad y mis valores reflejados en ellas», siguió Dugin.

«Juan Perón es el ejemplo a seguir por todos los jefes de Estado. Es el único jefe de Estado que convocó un Congreso de Filosofía. No sólo sabía escuchar a los filósofos, sino que también sabía hacer filosofía», expresó el filósofo y estudioso de la geopolítica ruso.

«La Comunidad Organizada es la respuesta filosófica, sobre lo que es y debe ser la Argentina, una Argentina que es comunidad, o no es, y es comunidad en América del Sur, porque hay una identidad común en los Pueblos Americanos que aún se piensan como comunidad. Que es lo que viene a destruir los liberalismos de derecha y de izquierda de la modernidad», recuperando la histórica Tercera Posición del peronismo, de fuertes similitudes con la Cuarta Teoría Política desarrollada por Dugin.

En la serie de encuentros de esta semana organizados para conmemorar el Congreso de Filosofía de 1949 Alexander Dugin es acompañado por los argentinos Iciar Recalde, Aritz Recalde, Alberto Buela y Marcelo Gullo, entre otros:

EL “MENTOR FILOSÓFICO” DE PUTIN SORPRENDIÓ CON SUS APRECIACIONES SOBRE PERÓN

El analista y filósofo político ruso, Aleksandr Dugin, sorprendió con sus consideraciones sobre Juan Domingo Perón durante su participación en la semana de la conmemoración del 70º aniversario del Congreso de Filosofía que se realizó en la ciudad de Mendoza en 1949.

“Perón es genial, es el profeta ontológico. Sólo Perón ha visto profundamente en su visión el problema más importante de la humanidad: el del ser”, afirmó.

Más adelante, el guía filosófico que orientó durante años al presidente ruso Vladimir Putin, dijo este lunes en la Universidad de Lomas de Zamora que “la humanidad sólo puede ser comunidad” y que ello se rescata del pensamiento del tres veces presidente argentino.

“Las ideas de Perón son tan universales, tan geniales, son tan parecidas a los sueños de los patriotas rusos que puedo ver mi identidad y mis valores reflejados en ellas (…), Juan Perón es el ejemplo a seguir por todos los jefes de Estado”, señaló.

Enseguida, recordó que “es el único jefe de Estado que convocó un Congreso de Filosofía” y que “no sólo sabía escuchar a los filósofos, sino que también sabía hacer filosofía”.

“La Comunidad Organizada es la respuesta filosófica sobre lo que es y debe ser la Argentina, una Argentina que es comunidad, o no es, y es comunidad en América del Sur, porque hay una identidad común en los pueblos americanos que aún se piensan como comunidad”, reivindicó.

Finalmente, aseguró que el pensamiento del creador del justicialismo “es lo que viene a destruir los liberalismos de derecha y de izquierda, es decir la modernidad”.

Bajo la mirada de un intelectual rosarino

El doctor en Ciencia Política y Magister en Relaciones Internacionales, Marcelo Gullo, estimó que Dugin “es uno de los más importates intelectuales del siglo 21, un gran creativo que plantea el problema del ser contra un mundo que ya plantea el transhumanismo”.

Durante la misma jornada, Gullo manifestó que “el peronismo, antes de ser infectado por el neoliberalismo en la década de los 90 y por el progresismo en las primeras dos décadas del nuevo siglo, se planteó como una tercera posición superadora del liberalismo y del marxismo para la construcción de una Comunidad Organizada, tal como Perón la había explicitado en aquel ya lejano 9 de abril de 1949”.

Después de indicar que esa idea “ha sido abandonada por la dirigencia liberal y progresista” y que “el peronismo dejó de ser un movimiento de liberación nacional”, el creador de la teoría de la “Insubordinación Fundante”, dijo que hoy se ha convertido “en un partido de administración colonial”.

“Hoy la oligarquía financiera internacional tiene dos brazos, el neoliberalismo y el progresismo. Lo que es lo mismo que decir liberalismo de derecha y liberalismo de izquierda. Y la mayoría de la dirigencia peronista se ha entregado a uno u otro de los brazos de la oligarquía financiera internacional”, afirmó gullo.

Finalmente, el politólogo rosarino puso su pensamiento en contexto: “Setenta años de aquel memorable discurso de Perón en la Universidad de Cuyo la Argentina es hoy una comunidad desorganizada, sin Dios, sin trabajo y sin justicia.”

EL REGRESO DE LOS GRANDES TIEMPOS

Respuesta de Duguin al artículo de The Washington Post.

El 6 de abril de 2019, The Washington Post publicó un artículo titulado, «Por qué los nacionalistas de extrema derecha como Steve Bannon han abrazado a un ideólogo ruso. Y cómo sus fantasías medievales distorsionan la historia para su causa«, escrito por Brandon W. Hawk y dedicado enteramente a mí mismo y la influencia que ejercen mis ideas en los círculos conservadores y de la extrema derecha estadounidenses, incluyendo el principal ideólogo inconformista, Steve Bannon, y a través de él, el mismo Trump.

Debido a la distorsión total de mis puntos de vista reales, el bajísimo nivel de polémicas, y la enorme cantidad de mentiras e invectivas (como de costumbre), al principio decidí dejar que este ataque transcurriera en silencio, como suelo hacer con muchos otros. Es pura propaganda liberal-totalitaria, luchando contra las quimeras que crea artificialmente sin conexión con la realidad.

El liberalismo moderno es una ideología puramente totalitaria que opera con el estilo y los métodos soviéticos / de Goebbels: Quienquiera que desafíe la narrativa liberal globalista es «fascista» o «comunista». Yo desafío realmente la narrativa liberal globalista y, a los ojos de los propagandistas, no encajo en la imagen comunista (tal vez «neo-estalinista», como a menudo me llaman). De aquí que sea etiquetado de «fascista» y todo lo demás sigue: «racista», antisemita», «imperialista», «hitlerista», etc.

Puede usted construir este discurso mecánicamente:

El Sr. X está en contra del globalismo liberal. No sabemos nada de él ni de sus ideas.

Pero el mismo hecho de que el Sr. X sea anti-liberal y anti-globalista significa que debería ser comunista o fascista.

Si el Sr. X menciona repetidamente en sus textos palabras como «justicia social» y «capitalismo» o los nombres «Che Guevara» o «Marx», es un comunista, por lo tanto, vamos a atacarlo por medio de Orwell, Solzhenitsyn, los crímenes del Gulag, y Pol Pot. Él es un comunista sangriento.

Si el Sr. X usa los términos «tradición», «familia», «pueblo», «Schmitt» o «Heidegger», es un nazi seguro y personalmente responsable del holocausto y el asesinato en masa.

Por unas pocas palabras, el Sr. X está acabado, purgado, condenado y ejecutado. No hay juicio, no hay abogado, no hay defensa legítima, no hay una indagación adecuada, no hay investigación. Todo está claro. El señor X está casi muerto. Bienvenidos a la distopía totalitaria liberal. Orwell à rebours.

El artículo de Brandon W. Hawk es exactamente del mismo estilo. No muestra ningún conocimiento de mis escritos, ni ningún interés en ellos en absoluto. Simplemente dice que el Sr. Dugin está en contra del globalismo liberal (sí, esto es cierto) y que en un sitio al azar (tiene muchos de ellos, y una gran parte de ellos están hechos y mantenidos por personas totalmente desconocidas para él, ya sean amigos, trolls o enemigos), hay imágenes que representan la Edad Media europea, incluyendo Notre-Dame-de-Paris antes del incendio.

Se menciona la palabra «tradición» (a veces con una «T» mayúscula) y a menudo se cita a Carl Schmitt y Heidegger. Ya no hay más dudas: Es un nazi. ¿Él apoya a Putin? Maravilloso – él es el «nazi de Putin». ¿Peligroso? Por supuesto, exactamente como Milo Yiannopoulos, o tal vez mucho más (armas nucleares incluidas). Brandon W. Hawk casi ha terminado su artículo. ¿Qué más? ¡Ah!: Bannon está de vuelta y Trump está entrando en su segunda campaña. Que exista entonces la influencia nazi de Putin sobre Bannon y Trump. Así que son nazis y están en manos de Putin; bueno, el informe de Mueller debe estar equivocado de alguna manera. Se necesita una nueva investigación. Ahora todo encaja excelentemente.

The Washington Post imprime con entusiasmo el artículo. El pequeño y feliz liberal de Goebbels, Brandon W. Hawk, ha hecho bien su trabajo. La conspiración de la restauración del malvado Imperio Medieval por parte de la colusión nazi y Duguin-Bannon-Trump de Putin se convierte en un hecho establecido. El texto, escrito por un idiota, publicado en una revista de, por y para idiotas, está preparado. Nada personal, solo se está librando una guerra ideológica. El liberalismo y el globalismo se están defendiendo y atacando a los «enemigos de la sociedad abierta», tal es la ortodoxia del programa Popper/Soros. Mentid, mentid, mentid con fuerza y orgullo, y ellos obedecerán vuestras órdenes autoritarias.

Aquí hay algunas ilustraciones de estas mentiras y mis respuestas:

«Un analista político ruso y fascista moderno, Dugin».

– Soy más bien un antifascista, y explico por qué en los cientos de páginas de mi Cuarta Teoría Política, un libro que, al ser antiliberal, anticomunista y antifascista, está prohibido en Amazon, ¿adivina por qué? (Le doy una pista: Jeffrey Preston Bezos, propietario de The Washington Post es al mismo tiempo CEO y presidente de Amazon. Parece que el servicio postal es un arma ideológica, no menos que la prensa).

«Su ideología eurasianista se basa en un nacionalismo religioso fundamentalista».

– Soy un antinacionalista convencido porque la nación es una creación moderna, capitalista, artificial (estoy de acuerdo aquí con Gellner y Benedict Anderson en la noción de «comunidad imaginada»), y estoy en contra de la modernidad, la burguesía y el capitalismo (siendo no-marxista y anticomunista porque son modernos y yo estoy en contra de la modernidad).

«Su sitio web está lleno de imaginería e iconografía medievales: Abundan las imágenes de iconos de santos, mosaicos bizantinos, manuscritos y arquitectura de la iglesia».

– Tal vez esto sea así, pero no puedo recordar en cuál de los muchos sitios, como he explicado. ¿Pero es esto un crimen? ¿Es esta una razón para llamarme fascista?

«Su visión del Imperio Romano y la Europa medieval exalta los triunfos del monolítico nacionalismo cristiano blanco».

– Soy antirracista. Esta es mi profunda y fuerte convicción. Creo que la raza es una creación artificial de la modernidad. El eurasianismo que realmente defiendo favorece la identidad mixta del pueblo ruso y el papel positivo de los tártaros y otros grupos étnicos turanos en la sociedad rusa. No hay palabras sobre «triunfos del monolítico nacionalismo cristiano blanco» en mis obras. Este puede ser el caso de los movimientos nacionalistas americanos o europeos, pero no tiene nada que ver con mis propias ideas. Una vez más, estoy firmemente en contra de todo tipo de nacionalismos: El «nacionalismo cristiano» me suena totalmente sin sentido.

«Duguin, Bannon y otros fundamentalistas de derecha usan como silbato para perros (dog-whistle) el término racista «judeo-cristiano».

– Nunca uso el término «judeo-cristiano». Steve Bannon lo hace. 50.000.000 de los evangélicos estadounidenses también lo hacen. Pero teóricamente, ¿cómo puede ser «racista» un término religioso que incluye a los cristianos (sin ningún indicio de etnicidad) y a los judíos? Entonces, la sexta parte de la población estadounidense que está de acuerdo con esta «lógica», son «antisemitas»… Extraño.

«Además, hay conexiones entre Duguin y David Duke, Milo Yiannopoulos, Stephen Miller e incluso el presidente Trump».

– David Duke se me acercó una vez en un museo ruso, rápidamente se tomó una auto-foto antes de que lo reconociera (no lo conocía antes) y desapareció de inmediato. No intercambiamos una sola palabra. A menudo me abordan de esa manera en las calles de diferentes ciudades del mundo. Supongo que hay miles de auto-fotos de este tipo. Conozco a Milo Yiannopoulos de Facebook y del programa de televisión de Alex Jones. Él es divertido. Me gusta su forma de perseguir a los liberales, que se ven perfectamente mudos en su presencia. ¿El hecho de prestar atención a alguna entrevista de Milo Yiannopoulos en Internet puede considerarse una «conexión»? En la forma totalitaria de ser, sí, por supuesto. Gran Hermano te está mirando. Ok entonces.

– Última pregunta: ¿quién es Stephen Miller? Parece que me he perdido algo importante. «Conexiones» parece ser solo la palabra fuerte del hombre fuerte, Sr. Brandon W. Hawk, un valiente luchador fascista, el Capitán América contra el Dr. Mal.

– «E incluso el presidente Trump».

Sí, por supuesto. Pregúntele al Sr. Mueller y su informe.

Estas citas ayudan a comprender la calidad del conocimiento y el nivel de objetividad del autor y The Washington Post. Nada especial.

Decidí responder a este sesgado ataque idiota,  propagandístico, y liberal-globalista (supongo que no tanto contra mí como contra Bannon y Trump) no para defenderme de falsas acusaciones – Entiendo cuán inútiles son las protestas en el sistema global totalitario de la mentira liberal establecida que es el discurso en el poder. La razón es bastante diferente.

La razón es tal: Estoy de acuerdo con Brandon W. Hawk en la esencia. Amo la Edad Media y odio la modernidad. Para mí, la Ilustración está totalmente equivocada, y la ciencia moderna y la visión mundial “científica” moderna más amplia se basan en una mentira. Creo en Dios, los ángeles y el Espíritu Santo, no en Descartes, F. Bacon o Einstein. Creo que Platón y Aristóteles tenían toda la razón y sus detractores atomistas estaban absolutamente equivocados. Estoy seguro de que los Padres de la Iglesia son portadores de la verdad absoluta y que la filosofía moderna es la radiación de la mente del Ángel caído: Satanás. Estoy seguro de que el Apocalipsis está cerca, y considero el liberalismo y la globalización como signos claros de la aproximación del Anticristo y el Fin de los Tiempos. Soy tradicionalista y seguidor de los eslavófilos rusos, de Dostoievski, de Soloviev, de varios filósofos y monárquicos religiosos rusos. Aprecio mucho las ideas de René Guénon y Julius Evola. Estoy absolutamente a favor de la antigüedad y la Edad Media y absolutamente en contra de la modernidad en todas sus formas. Así que tengo una visión del mundo anti-moderna y anti-occidental (cuando la modernidad y occidente significan lo mismo), y veo la modernidad como la catástrofe y el declive de occidente. Filosóficamente, estoy de acuerdo con Heidegger en que la modernidad se basa en el olvido del ser, y hago un llamamiento a las personas que piensan para despertar al nuevo descubrimiento del ser. Considero a la Inteligencia Artificial como la personificación final de das Man (o Gestell) y lo considero que es el Anticristo, o una de sus cabezas.

Estoy a favor de la restauración del Sacro Imperio: Romano para Europa y Bizantino para Rusia. Al mismo tiempo, me gusta la idea de los colectivos rurales autónomos, por lo que el Imperio debería ser policéntrico y federal de alguna manera, no centralizado y nacionalista. Rechazo la raza y abrazo la religión como una identidad profunda para ser defendida. Siendo cristiano ortodoxo, tengo una gran simpatía hacia otras religiones tradicionales: Islam, hinduismo, budismo, algunas ramas tradicionales anti-modernas del judaísmo (como Naturei Karta). También soy un admirador de la civilización sagrada china. Espero que todas estas retornen. Realmente soy un defensor del Regreso de los Grandes Tiempos, o de la Edad Media; la Edad Media es el reflejo de la Eternidad, no del pasado. Así que la Edad Media es siempre posible. No es una cuestión de tiempo, es una cuestión de elección.

En Rusia hay algunas personas, en diferentes segmentos de la sociedad, que están de acuerdo conmigo. Hay otras, mucho más numerosas, que están en mi contra. Lo mismo ocurre en países extranjeros. Hay tradicionalistas en Europa, Estados Unidos, el mundo islámico (sobre todo en Irán y Turquía), China, India, Iberoamérica y África, que comparten este enfoque. Es obvio que no suma mayoría absoluta. El hecho de que esto sea así no es extraño. En estos tiempos, se supone que la mayoría está bajo la hipnosis del Anticristo (globalismo, liberalismo, ontología orientada a objetos, IA, etc.). Me alegra que haya personas, movimientos y, a veces, líderes políticos de primer nivel que comparten la visión tradicionalista, ya sea en parte, de manera pragmática o, muy raramente, en su totalidad. Sé que hay gente así en los Estados Unidos, principalmente entre los partidarios de Trump. Estoy feliz con eso. Y debería ser así: la Última Batalla no puede limitarse a las fronteras nacionales. Es el acontecimiento de la humanidad, de toda la historia humana. La naturaleza del Dasein lucha contra das Man (como la forma inauténtica de existencia del Dasein) para resolver la pregunta «¿Ser o no ser?». Esa es la línea divisoria. No se trata de viejas ideologías (liberalismo, comunismo o fascismo), ni de una guerra entre naciones, religiones, «razas» y civilizaciones. Es la eternidad contra el tiempo. Es el Absoluto contra el Relativo que a su vez pretende ser absoluto. Platon-Heidegger-Guénon contra Epicuro-Descartes-Popper. Esto es lo sagrado contra lo profano.

Esa es la Edad Media que defiendo: la Edad Media eterna en la lucha eterna contra la Edad Moderna. Esta es la Cuarta Teoría Política – ni el comunismo, ni el fascismo.

Rechazo enérgicamente aquellas cosas que no reconozco y que niego formal e informalmente (racismo, nacionalismo, imperialismo, colonialismo, xenofobia, etc.). Al mismo tiempo, puedo ser reconocido como defensor y partidario del tradicionalismo, la revolución conservadora y el retorno de la Edad Media (la «Nueva Edad Media» fue una tesis del filósofo religioso ruso Nikolai Berdiaev). Dadas estas explicaciones y aclaraciones mías, puedo aceptar la tesis de Brandon W. Hawk en The Washington Post.

Ahora, ¿Bannon, Trump o Putin comparten la misma actitud hacia la estructura de la historia humana? ¿Su conservadurismo es del mismo tipo? ¿Son tradicionalistas? Preguntémosles a ellos mismos. Tal vez si, tal vez no. Pero lo cierto es que la idea del retorno de los grandes tiempos es ahora bastante seria. Ese es el punto principal para ser discutido en una de las principales revistas globalistas. Dejando de lado las acusaciones tontas, el artículo de Brandon W. Hawk es excelente y correcto al captar la esencia de que hay dos campos en el mundo: El suyo y el nuestro. La verdadera lucha está ocurriendo dentro de nuestras sociedades, no entre ellas. Tal vez algunos estadounidenses serios realmente piensan lo mismo y quieren el Gran Retorno. Estoy seguro de que hay algunas de tales personas en el Kremlin, en Pekín, Ankara, Teherán, en las capitales de Europa y en Iberoamérica. A algunos los conozco, pero a la mayoría no. Pero, sin embargo, estamos en el mismo lado de la Batalla Final escatológica. ¿Hay tales personas en los Estados Unidos? Debería haber. Dondequiera que esté el humano, el Dasein está presente. El Daseindecide, tal vez por última vez en la historia (en la historia ontológica, Seynsgeschichte), si la elección será incorrecta.

Entonces, cuando Brandon W. Hawk dice: «En resumen, Dugin cree que «la alternativa a la noción de liberalismo es ‘regresar a la Edad Media’», tiene toda la razón. Sí, creo exactamente eso.

Brandon W. Hawk continúa: «Tales idealizaciones de la Edad Media utilizan la idea del pasado, en lugar de su realidad, para servir a sus proyectos políticos modernos». Pero aquí, Brandon W. Hawk pretende que estoy tratando solo con «idealizaciones de la Edad Media» y que, de hecho, él conoce la «realidad». Lo mismo en la siguiente frase: «Sin embargo, sus nociones tienen poco que ver con la Edad Media real».

El Sr. Brandon W. Hawk pretende saber exactamente qué fue la «Edad Media real» y niega la cualidad de mis nociones. ¿Alguna discusión? The Washington Post presenta con orgullo… una vez más un argumento totalitario.

Lo mismo ocurre con: «Duguin idealiza una versión ficticia de la Edad Media… Duguin está tratando con «ficción», mientras que The Washington Post conoce la «realidad». Por supuesto…

Y, por último, en cuanto a la observación de que «se adhiere a mitos construidos desde la mala historia». «Mala historia» es cualquier versión de la historia que no coincide con el discurso liberal globalista, obviamente.

Pero estos detalles no tienen importancia. Para ser publicado en The Washington Post, estás obligado a denunciar a los «nazis», a los «agentes de Putin» y a los ‘chicos malvados’ que tratan con «mitos equivocados» y «nociones distorsionadas». No puedes reconocer ninguna característica positiva en el bando de los «chicos malos» – son horribles y repugnantes en todos y cada uno de los aspectos. N’est-ce pas, docteur Goebbels? Esta es la fórmula necesaria.

La esencia está en otra parte, en la idea principal del artículo. Esta idea es cierta. La modernidad se acerca a su fin. Es hora de una revisión global de la modernidad en su conjunto. El conservadurismo moderado ya no es válido. Está agotado. O caemos al abismo, o recordamos cómo se vuela con las alas del alma. Cualquier compromiso entre el aceleracionismo liberal y el conservadurismo blando-moderado ha terminado. Sólo quedan soluciones radicales. Si perpetuamos la lógica de la modernidad y en parte de la posmodernidad, seremos destruidos y reemplazados por una especie post-humana. En lugar de decidir frenar o ralentizar, necesitamos revisar toda la dirección en la que vamos. El problema no es la velocidad. El problema es la dirección.

El proyecto de la Nueva Edad Media afirma firmemente: El error se cometió en los albores de la modernidad. No podemos salvar la situación sin una revisión radical de la decisión de Europa occidental de entrar en la Edad Moderna y la Ilustración. Eso fue un error y la ruptura con la tradición sagrada. Esta fue la fuente de la crisis del mundo moderno y el comienzo del reinado de la cantidad (Guénon).

La modernidad se terminó y en su horizonte interior no hay nada fuera de este. Estamos invitados a superar este horizonte. Eso significa el Nuevo Comienzo. El Gran Retorno. Esto ya no es solo una preocupación filosófica. Este es el principal problema de la política global. Así que gracias, Brandon W. Hawk. Has tocado el punto esencial. Sigamos adelante con la Nueva Edad Media.